Existen ciertos casos donde las condiciones físicas de operación requieren un sensor a prueba de casi todo. La solución acostumbrada son los sensores de reluctancia variable y se caracterizan porque funcionan de la siguiente manera: El campo de un imán permanente es deformado al paso de un objeto de alta reluctancia, como los dientes de un engrane metálico; este cambio en el campo induce un voltaje en una bobina colocada rodeando al imán. La magnitud de este voltaje depende de la velocidad con la que el diente en nuestro ejemplo pasa frente al campo magnético y, cuando es suficientemente grande (4500 mm/seg), puede ser empleado en contadores o indicadores de velocidad directamente.
Donde φ es el flujo de campo magnético, I es la corriente y N es el número de vueltas del inductor.
Para una bobina de longitud L y sección de área A, donde la longitud sea mucho mayor que el diámetro de las espiras se tiene:
Donde
μr es la permeabilidad relativa del núcleo
L = recorrido de las líneas de campo en el aire.
A = Área de las bobinas.
Normalmente se aprovechan las variaciones de la longitud y de la permeabilidad.
Esto sensores tiene los siguientes problemas:
*La relación L y R no es constante y varía hacia los extremos.
*L y R son inversamente proporcionales, por lo que las medidas serán normalmente no lineales.
Por contra tienen las siguientes ventajas:
*La humedad los afecta muy poco
* Tiene poca carga mecánica
*Y una alta sensibilidad.
Algunas configuraciones tipicas se muestran a continuacion:
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